22 dic 2008

Feliz Navidad



Desde el fondo de mi alma atormentada, quiero desearles hoy que disfruten de una Navidad verdadera. Y para eso, es necesario que sean felices. Y no lo van a lograr si no hacen lo que realmente anhelan. Todos somos capaces de cumplir nuestros deseos, sólo hay que encontrar el camino que nos lleve directo hasta allí.

Y gracias a todos por leerme y por comentarme. Es un placer para mí compartir con ustedes todo lo que siento sobre Elizabeth. Pensar que cuando comencé éste iba a ser mi blog "personal" y no se convirtió en otra cosa más que en un tributo a la condesa.


Gracias una vez más y ya saben: Sean Felices.

15 dic 2008

Ella

Ella, hija del Trueno y de la Noche.
Ella, amante de la Luna.
Ella, madre del Grito y hermana del Miedo.
Ella, soberana de la Oscuridad.
Ella, emperatriz de las Sombras y diosa de la Sangre.
Ella, guía del Abismo y de los sueños, carcelera.
Ella, sonámbula del Horror.
Ella, sacerdotisa del Martirio y de la Pureza, verdugo.
Ella, maldición de las Bienaventuradas y de las almas limpias, Llaga.
Ella, de la iniquidad, Pontífice
Ella, de la vida, Sepulcro.
Ella, de la muerte, Señora.
Ella, la Muerte.

13 dic 2008

El hechizo sangriento

En un principio, el método de la Condesa para robar la belleza y juventud a sus víctimas era muy simple: un corte en las yugulares colgando de los pies, como si fueran ganado, bastaba para embadurnarse de sangre a placer.

Elizabeth constataría pronto que este método resultaba muy ineficiente. Al matar a la víctima, ya no se le podían hacer más extracciones en el futuro.

Por tanto, comenzó a desangrarlas lentamente a lo largo de prolongadas sesiones de tortura, donde trataba de preservar su vida para utilizarlas de nuevo en el futuro. Estas sesiones calenturientas, con un grado importante de contacto físico, adquirieron pronto un carácter erótico. Cuando Elizabeth creyó observar que la sangre de una víctima excitada sexualmente resultaba mucho más eficaz para transmitirle su belleza y juventud, vinieron a transformarse en largas sesiones de sadomasoquismo extremo.

Si Elizabeth hubiera tenido conocimientos básicos de anatomía y microbiología modernas, y acceso a antibióticos y fármacos contra la anemia, la mayor parte de sus víctimas habrían sobrevivido. Pero faltaban más de 200 años para que todo eso se descubriera, con lo que registraban un fallecimiento cada tres días. Por ello, Elizabeth siempre tenía una o dos docenas de víctimas disponibles en el castillo, para ir rotándolas constantemente.

Con el paso de los años, la Condesa fue perfeccionando sus técnicas más y más. Hacia el final, las extracciones consistían en sofisticados rituales tan crueles y elaborados que sólo le permitían dormir unas pocas horas al día. Se alimentaba casi exclusivamente de la carne y la sangre de sus víctimas, y no se preocupaba de tomar medidas para ocultar sus acciones. Es probable que, sometida a enormes presiones externas, perdiera el sentido de la realidad.

Según cuentan, todos estos esfuerzos tuvieron su recompensa. Se dice que, una vez descubierta y emparedada entre los muros de su castillo, la Condesa Elizabeth Báthory moriría a los 54 años siendo la mujer más hermosa de Hungría y aparentando menos de treinta. Tanto es así que sus guardianes, soldadesca poco sofisticada y nada dispuesta a dejarse impresionar por los encantos de la madurez, se turnaban para espiarla por el agujero por donde le pasaban la comida. La leyenda de la Condesa Sangrienta había nacido.





[www.geocities.com/lacondesabathory]

24 nov 2008

Fragmento de Siete Lunas de Sangre

Espejo amado, busco tu mirada para que respondas. ¿Qué es esto que pasa? En ti he buscado el éxtasis y en la concreta muerte de la joven estaqueada logré la permanencia, pero el brillo de su mirada era mudo. En el canto de Ilona, en cambio, vino a mí un insoportable silencio abierto en la música, que se crea y deshace. ¿Sabré hacer definitivo ese instante?

(...)

Ciclos de la luna
de espejo cambiante
rodéenme de púrpura
y seré inabarcable.

Costas, mares,
llanos y montañas
de la séptima luna,
escuchen mi plegaria.

Lobos de corazón frío
desgarren en manadas
príncipes, reyes
y jueces mendicantes.
Desnúdenme oh ciclos,
siete lunas de sangre
carentes de mañana.

22 nov 2008

Vínculos simbióticos


Cuando un miembro de la pareja obstaculiza la autonomía del otro, aislándose ambos del mundo exterior y volviéndose ermitaños, antisociables y desconfiados, seguramente estamos ante una simbiosis. Esta se define como una relación en la que ambos integrantes se nutren recíprocamente pero ellos saben que si la simbiosis se destruye, deberán separarse y crecer, tomando conciencia del paso del tiempo. Por eso hablamos de un vínculo enfermante y empobrecedor. Toda tercera persona que, por alguna razón, atraiga la atención de uno de los miembros de esta pareja, es considerada enemiga. Ellos parecen ignorar que se beneficiarían con una ruptura.

Sin embargo, existe otro vínculo simbiótico que es normal: el constituido por la pareja madre - bebé. La fusión, en este caso, es no sólo transitoria sino, además, imprescindible, ya que el niño la necesita para crecer. Para la madre es fundamental ser necesitada. La relación simbiótica patológica, en cambio, está integrada por dos personalidades infantiles, dependientes e inseguras de sí, que aunque creen apoyarse mutuamente, ignoran cuánto se limitan y enferman. Se trata de un vínculo en el que hay simetría, en tanto sus participantes ocupan lugares parecidos. Cada uno ejerce hacia el otro un poder similar, se pertenecen mutuamente, y ambos intercambian, aunque con pobreza, afectos entre sí. Muchas parejas que alguna vez tuvieran una relación amorosa y sexual con modalidad simbiótica, cuando el deseo se extingue y no se animan a separarse, eternizan el vínculo prolongando esa fusión.

Los integrantes de los vínculos simbiótico y vampirizante sostienen la creencia de que es posible evitar el paso del tiempo. A pesar de este rasgo compartido, hay algunas diferencias. El vampiro quiere detener el tiempo porque, como ya hemos visto, no tolera envejecer y morir. La persona vampirizada, así como los integrantes de la relación simbiótica, necesitan eterno amparo e incesante protección, a la manera de un niño con su madre. La víctima del vampiro cree que éste es ese objeto amparador y cada uno de los integrantes de la pareja simbiótica busca el amparo y la protección en el otro. Como no saben cuidarse a sí mismos, no toleran la soledad. Se engañan en una soledad de dos.

Tanto en el vínculo simbiótico como en las relaciones pasionales y vampirizantes, sus integrantes se enferman, porque en ninguno de los tres casos es posible crecer. Quien padece la pasión, la víctima del vampiro y los integrantes del vínculo simbiótico tienen otro rasgo común, son personas generalmente depresivas. La depresión es, así, no sólo el campo propicio para que aterrice el vampiro sino también para que se perpetúe la simbiosis y se sufra de pasión

Fuente de éstas últimas entradas: http://www.isabelmonzon.com.ar/

21 nov 2008

La relación vampirizante

La particular cadena de relaciones afectivas conceptualizada por Piera Aulagnier podría soportar un eslabón más. Es el que nosotros definimos como relación vampirizante. Como la pasión, se caracteriza por ser también asimétrica, ya que no hay reciprocidad en los intercambios entre vampiro y vampirizado. Este último no siempre parece tener necesidad de esa relación que para el otro es vitalmente imprescindible. Además, mientras la víctima se empequeñece y vacía, el vampiro se fortifica y la persona vampirizada, aunque no haya estimulado el vínculo, no tiene fuerzas para librarse de él. Queda a merced de su victimario en una actitud pasiva que de ningún modo debe ser calificada de masoquista porque no le brinda placer sino, por el contrario, un extremo dolor. La pasividad de su conducta se debe a que no tiene o cree no tener otra alternativa que la de someterse al vampiro. A veces él - mentirosamente - le promete algo en lo cual ella necesita creer: la amará para siempre, más allá de la muerte y la protegerá de todos y de todo. Ingenua y carente de autonomía, la persona vampirizada desconoce las verdaderas intenciones del vampiro. Por eso se entrega a él. Cuando descubre la verdad - él no sabe amar - ya es tarde: le ha absorbido todas sus energías y ella se ha desvitalizado.

Por otra parte, como quien enferma o sueña, la víctima se repliega, se recluye dentro de sí e intenta catectizar su cuerpo y su self como forma de recuperar las energías perdidas. Es un recurso narcisista, una defensa que posee el yo. Debido a esta introversión de la libido, la persona vampirizada va perdiendo la capacidad de amar porque no tiene resto para los otros. Freud decía que el que no ama enferma, y Norberto Marucco agrega que aquel que ama a un muerto se descapitaliza, porque éste no devuelve nada. Además, y como ya lo hemos visto en otros contextos, al estar inmersa en una relación que contamina, la víctima puede transformarse ella misma en vampiro, como sucedió con Erzsébet.

Tanto la persona vampirizada como la que se vincula con pasión a otra, se empobrecen y sufren. La primera, por ser objeto de un amor enfermizo y la segunda, por vincularse a otro a expensas de su amor propio. También se parecen en la imposibilidad que tienen de vivir sus propias vidas, ya que en ambos casos se trata de un Yo que es vivido por otro. Cuando el vampiro vuela seductoramente sobre su víctima, persistiendo en el seguimiento, se asemeja a la persona que padece una pasión amorosa. Mas el parecido es solo aparente: el vampiro no sufre. Se mueve mecánicamente, como aquella Doncella de hierro utilizada por Erzsébet para extraer sangre de sus víctimas. El vampiro, muerto en vida, aprende a desembarazarse de cualquier sentimiento que sea displacentero o que pueda provocarle displacer, dolor, tristeza, amor. Por eso es insensible, mientras que la víctima siente por los dos. El vampiro, cruelmente, actúa con una absoluta falta de consideración con sus víctimas, con las cuales es incapaz de identificarse. Es, asimismo, particularmente oportunista: acecha la ocasión que le sirva para beneficiarse y actúa solamente según su propia conveniencia. Por consiguiente, es un parásito, dueño de un narcisismo soberano y patológico.

En cuanto a la permanencia y duración del vínculo vampirizante, no hay una sola forma. Hay vampiros que, como dice Le Fanu, "aniquilan a su víctima en un solo festín". Así era Erszébet con las jóvenes a las que sacrificaba. Otros, se alimentan una y otra vez de la persona a la que vampirizan, hasta que ésta logra rebelarse o muere por debilidad o suicidio.

Para poder nutrirse de ella, el vampiro debe mantener a su víctima aislada lo más posible del mundo exterior. Él, en cambio, revolotea libremente por ese mundo, siendo con frecuencia una persona sociable y hasta simpática, porque tiene que ir calculando en dónde están las próximas víctimas.

20 nov 2008

De amores y pasiones

Dicen los diccionarios que el término vampiresa designa a la actriz que interpreta personajes de mujer coqueta y fatal. Por extensión, se aplica a la mujer que extrema el refinamiento de sus atributos para interesar y rendir a los hombres o a aquella de gran atractivo físico, con gran poder sobre el varón. La vampiresa es, a todas luces, una figura erótica que alimenta, con su imagen y sus conductas, el deseo del otro. En psicoanálisis se la asocia con la personalidad histérica, caracterizada por su capacidad de seducción. Emilce Dio-Bleichmar habla del "feminismo espontáneo" de la histérica, enfatizando la singular utilización del poder que hace este tipo de mujer. La vampira, en cambio, es una figura terrorífica que se caracteriza por extraer algo (sangre - juventud - bienes, etc.) del otro.

La Dama Roja, a pesar de su belleza, no puede ser considerada una vampiresa, tal vez porque poseía más de Thánatos que de Eros. Asimismo, no estaba pendiente del varón hasta el punto de no poder vivir sin él. Para ella, sólo las mujeres eran indispensables; de allí ese universo femenino en el que habitaba. Lo que sí tenía en común con la vampiresa era todo lo que ponía de sí misma para agradarse y la obsesión de eterna juventud y perenne belleza que la atormentaba.

El mito del vampiro - mujeres fatales incluidas - revela, como todo mito y parafraseando a Mircea Eliade, "una historia verdadera que sirve de modelo a ciertos comportamientos humanos".

Si bien es cierto que el vampirismo es unilateral, como el vampiro contamina, la víctima puede transformarse en victimaria, invirtiéndose entonces la relación. Algo así sucedió con Erzsébet. Las doncellas de las que se nutría ocupaban ese lugar que alguna vez había sido el suyo. Esas jóvenes se habían transformado en la única razón de su existencia. Sin ellas se sentía morir. Por otra parte, aunque a diferencia de Drácula, Erzsébet no se ocultara de la luz del día refugiándose en el ataúd, a medida que el tiempo transcurría se iba haciendo cada vez más solitaria y nocturna. Buscaba la oscuridad en los sótanos de sus castillos.

La magistral descripción del vampiro hecha por Sheridan Le Fanu en su cuento "Carmilla", tal vez nos sirva para comprender más las relaciones establecidas por la Condesa Báthory: "El vampiro es propenso a ser víctima, ante determinadas personas, de vehementes pasiones semejantes al amor. Al tratar de llegar hasta ellas, despliega inagotable paciencia e inauditas estratagemas para interponerse ante el objeto de su deseo. No desiste del empeño hasta que su pasión no es satisfecha y hasta que no ha chupado la vida de la víctima codiciada. Llega hasta a desposarla; prolonga así su criminal placer con el refinamiento de un epicúreo y lo acrecienta con un hábil galanteo. En esos casos parece no desear otra cosa que la simpatía y el consenso. Pero con más frecuencia va directamente a su fin, vence por la violencia y estrangula y aniquila a la víctima en un solo festín". Erzsébet pertenecía a la segunda categoría de vampiros, a esa que no conoce de sutilezas. Era directa, no utilizaba la seducción. Su sed, tan devoradora, no podía esperar para ser saciada. El galanteo, para ella, hubiera significado una postergación intolerable.

El vampiro, propenso a ser víctima de vehementes pasiones, en realidad no ama. Es que en la relación amorosa, dice Piera Aulagnier, el Yo inviste libidinalmente en forma privilegiada - pero no exclusiva - al Yo del amado, al que, entre otras cosas, se le demanda placer sexual. Hay otros destinatarios de los que también se espera lograr placer - aunque no sexual - y que quedan catectizados en diferentes vínculos. No son necesariamente personas, ya que puede tratarse de una variedad de objetos y metas. El Yo mantiene, así, una libertad de desplazamiento en sus investimentos libidinales que le permite conectarse, según diferentes momentos y necesidades, con diversos intereses y fuentes de placer. Piera Aulagnier agrega que el amor es una relación simétrica en la cual, en primer lugar, cada uno de los dos Yo es para el Yo del otro el objeto de una investidura privilegiada pero no exclusiva. En segundo lugar, se trata de una relación en la cual cada Yo se muestra y es reconocido por el otro como fuente de un placer privilegiado pero también como detentando un poder de sufrimiento igualmente privilegiado. Además, "la relación de simetría se define por ese sitio de privilegio que cada uno ocupa para el otro en el registro del placer, y por el hecho de que cada uno atribuye al otro un mismo poder de placer y de sufrimiento". Este "y" que une placer y sufrimiento define esencialmente lo que Aulagnier llama simetría. Se trata, así, de una relación en la que la reciprocidad limita la dependencia del amante con respecto al amado, y la torna compatible con esa posibilidad autónoma de cargar libidinalmente otros objetos o metas, hecho que preserva para el Yo del amante un valor narcisista fundamental. Por otra parte, esos poderes de placer y de sufrimiento que recíprocamente poseen el amado y el amante, explican la potencialidad conflictiva que se encuentra presente en toda relación de amor así como la posibilidad de pasar de éste a la agresión

Cuando la psicoanalista francesa define la relación pasional dice que "un objeto se ha convertido para el Yo en la fuente exclusiva de todo placer, y ha sido desplazado por él en el registro de las necesidades". En función de la naturaleza del objeto, diferencia tres clases de relaciones pasionales: la del toxicómano, la del jugador y la un sujeto con el Yo del otro, es decir la pasión amorosa.

La relación pasional, en sus tres formas, excluye la reciprocidad. En el caso de la amorosa, que es a la que fundamentalmente queremos referirnos, "el Yo sitúa al Yo del otro como objeto de necesidad, y por consiguiente, a su propio Yo como privado de lo que solamente ese objeto podría hacer posible". Una persona establece con otra - o con una droga o el juego - un vínculo de extrema dependencia. Cree que ese otro del cual depende puede completarlo porque lo tiene todo. Esto es consecuencia directa de un mecanismo de proyección por el cual se le atribuye al otro un omnipoder. Piera Aulagnier aísla los rasgos que caracterizan a quien sufre la pasión: 1) El Yo se piensa como teniendo la posibilidad de ofrecer placer al objeto pero careciendo del poder de ocasionarle sufrimiento. 2) El Yo atribuye al Yo del otro, por un lado, un poder de placer exclusivo y por otro un poder de sufrimiento desmesurado, hasta el punto de preferir la muerte antes que la ausencia o el rechazo del objeto de su pasión.

El destinatario de la pasión amorosa puede abusarse de la asimetría, induciendo aún más esa pasión en el Yo que la sufre. ¿Qué razones pueden motivar una conducta así? Al provocar pasión se consigue el poder narcisista de tener dominio sobre el otro o se evita el riesgo de sufrir por la pérdida de un vínculo amoroso. Por eso, la persona que es objeto de la pasión desarrolla la capacidad de conectarse con el otro a través del placer y goce sexuales, excluyendo el compromiso afectivo. Esto se acompaña con un extremado interés en el placer sexual del partenaire, que se ilusiona, así con un inexistente compartir. Lo que en realidad sucede es que para seguir manteniéndose en el lugar del objeto de la pasión, el sujeto que la induce sabe que debe ser un excepcional amante, y como tal se brinda, aunque su partenaire será deseado sexualmente por un tiempo cada vez más efímero. La apropiación de nuevos objetos víctimas de pasión aumenta el poder narcisista de dominar a los otros. Piera Aulagnier pone como ejemplo del que induce al vínculo pasional, un caso clínico de un paciente varón y parecería que para ella ambos sexos pueden ser colocados por igual en cualquiera de los dos lugares de esta relación asimétrica. Sin embargo, nuestras observaciones nos indican que son en su mayoría mujeres las que suelen ocupar el lugar del sufrimiento pasional, mientras los hombres lo inducen.

Desde una perspectiva más descriptiva que metapsicológica y motivacional, Robin Norwood habla precisamente de "las mujeres que aman demasiado" señalando que son adictas al objeto de amor. Creemos que se refiere a lo que Aulagnier llama relación pasional. En esta misma línea, Elizabeth Badinter nos llama la atención acerca de la tercera maldición con la que Jehová expulsó a Eva del paraíso: "La pasión te llevará hacia tu esposo y él te dominará". Estas palabras han estado durante siglos cargadas de consecuencias: "El concepto de pasión implica necesariamente las ideas de pasividad, sumisión y alienación que definen la condición femenina". Aunque en la Biblia consultada por nosotros las palabras no son las mismas que traduce la filósofa francesa, lo mismo dan cuenta del mandato con el que Jehová condena a la mujer a ser víctima de una relación asimétrica: "Hacia tu marido será tu anhelo pero él te dominará".

19 nov 2008

El mito

Se apoya en la creencia de que los muertos suelen retornar necesitados de sangre para nutrirse en las venas de los vivos. Con diferentes nombres, en distintas regiones geográficas y en variadas épocas históricas, aparecen seres ávidos de hundirse en el lago de todas las fuerzas. El mito del vampiro es, así, universal, porque universal es la necesidad del ser humano de creer en la inmortalidad y de negar la inevitable muerte. A pesar de lo aterrorizante y siniestro del mito, el vampiro debe sobrevivir. Mas cuando el hombre acepta su suerte de mortal, como dicen Chevalier y Gheerbrandt, "el vampiro se desvanece". Las erinias griegas, las lamiae de la Antigua Roma, las nefs de los árabes preislámicos, los íncubos y súcubos también griegos y los kiang-kuei chinos, son parientes del vampiro. De la palabra eslava "upuri" (espíritu de los muertos) y de la polaca "upir" surge el término húngaro "vampir" y el castellano vampiro. El mito, en su versión occidental, arraiga en el culto a los muertos, particularmente significativo para el mundo eslavo. En Rumania se cree que si no se practican puntualmente los rituales funerarios, el alma del difunto no descansará, transformándose en un "strigoi". Un niño asesinado en la matriz o apenas nacido, también puede transformarse en uno de esos seres. "Drac", que en rumano significa diablo, era el apodo aplicado para el príncipe Vlad, famoso patriota guerrero que combatió a los invasores turcos, haciéndoles sufrir, como uno de los tormentos, el del empalamiento. De este personaje "extrajo" Bram Stocker a su Drácula. Según Roux, "drakul" es una palabra eslava que designa al hereje que, luego de morir, se transforma en vampiro. Con tantas palabras extranjeras y tantas ideas siniestras, no nos ha sido fácil mantener el rumbo. Desviados, no terminamos de saber por qué ciertos muertos se transforman en vampiros. Herejes que regresan del más allá, muertos mal enterrados, hijos ilegítimos de padres ilegítimos. ¿Qué es exactamente un vampiro? "Dejando de lado los matices, su carácter esencial es el de un muerto que sale de su tumba, vaga por la noche y viene a chupar la sangre de las personas dormidas, con lo cual las lleva rápidamente a la muerte. Al alimentarse de la sustancia vital de un ser vivo, de su alma, se mantiene en buen estado, al margen de la descomposición que normalmente se produce después de la muerte", así lo define Roux mientras comenta que el vampiro puede ser un individuo fuertemente sexuado e inclusive sin sexo determinado, que se une carnalmente a los vivos en abrazos inacabables que terminan por consumirlos. Esta conducta también es propia de los íncubos - demonios masculinos - y de los súcubos - los que adoptan formas de mujer. Mas, a pesar de la similitud, el vampiro se diferencia de estos parientes en un rasgo fundamental: de un íncubo o un súcubo uno puede enamorarse porque de ellos es posible recibir afecto. En cambio, con el vampiro sólo son posibles las relaciones unilaterales en tanto él toma pero no da nada. O en todo caso, como contagia al vampirizar, sólo da la muerte y lo que a ella la caracteriza.

Este mito también se asienta en la creencia de que la sangre es vida. En consecuencia, bañarse en sangre o beberla son rituales que otorgan un extraño poder. Erzsébet Báthory lo sabía, Darvulia le repetía infatigablemente los méritos del rojo manto de sangre, de esa deslumbrante coraza de fuego robada a las vidas, ante la cual el enemigo claudica y la decrepitud se da por vencida.

17 nov 2008

De vampiras y vampiresas


Es por varias razones que Erzsébet Báthory queda asociada al vampirismo. Por la imperiosa necesidad de sangre que se posesionaba de ella y porque su vida, desde pequeña, había transcurrido en Transilvania. Desde ese momento y en ese preciso lugar, fue víctima de un proceso de vampirización: empezaron a criarla para ser "la esposa de", teniendo que dejar, entonces, de ser esa todavía incipiente "ella misma". Aquí vuelve una imagen varias veces invocada: parecía un demonio la noche de su boda y Ferencz Nádasdy no pudo domarla. Ella trató de rebelarse y, en parte, lo logró. Pero en algo había sucumbido y fue contaminada. No tuvo defensas frente al mandato que le ordenaba ser siempre hermosa y no envejecer.

12 nov 2008

Ligeia


Juro por mi alma que no puedo recordar cómo, cuándo ni siquiera dónde conocí a Ligeia. Largos años han transcurrido desde entonces y el sufrimiento ha debilitado mi memoria. O quizá no puedo rememorar ahora aquellas cosas porque, a decir verdad, el carácter de mi amada, su raro saber, su belleza singular y, sin embargo, plácida, y la penetrante y cautivadora elocuencia de su voz profunda y musical, se abrieron camino en mi corazón con pasos tan constantes, tan cautelosos, que me pasaron inadvertidos e ignorados. No obstante, creo haberla conocido y visto, las más de las veces, en una vasta, ruinosa ciudad cerca del Rin. Seguramente le oí hablar de su familia. No cabe duda de que su estirpe era remota. ¡Ligeia, Ligeia! Sumido en estudios que, por su índole, pueden como ninguno amortiguar las impresiones del mundo exterior, sólo por esta dulce palabra, Ligeia, acude a los ojos de mi fantasía la imagen de aquella que ya no existe. Y ahora, mientras escribo, me asalta como un rayo el recuerdo de que nunca supe el apellido de quien fuera mi amiga y prometida, luego compañera de estudios y, por último, la esposa de mi corazón. ¿Fue por una amable orden de parte de mi Ligeia o para poner a prueba la fuerza de mi afecto, que me estaba vedado indagar sobre ese punto? ¿O fue más bien un capricho mío, una loca y romántica ofrenda en el altar de la devoción más apasionada? Sólo recuerdo confusamente el hecho. ¿Es de extrañarse que haya olvidado por completo las circunstancias que lo originaron y lo acompañaron? Y en verdad, si alguna vez ese espíritu al que llaman Romance, si alguna vez la pálida Ashtophet del Egipto idólatra, con sus alas tenebrosas, han presidido, como dicen, los matrimonios fatídicos, seguramente presidieron el mío.


Ésta es sólo la primer parte de mi cuento preferido de mi escritor preferido

6 sept 2008

Ella y sólo ella

Gritos, jadeos, imprecaciones, forman una "sustancia silenciosa". La de este subsuelo es maléfica. Sentada en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.


Y yo te voy a dedicar mil entradas. Y yo te voy a admirar siempre. Y si tú estabas loca, yo estoy tan loca como tú. Bathory, lo eres todo.

24 jul 2008

Hermoso poema a mi amada

(el poema no es mío, lo encontré en el foro mundopoesia y pertenece a sinner)

Bella dama la que habita en el castillo
con un sueño casi imposible de lograr
lo lograra a base de muerte y martirio
a costa de su insasiable vanidad

A matado un centenar de doncellas
para poder bañarse en su sangre
para obtener juventud eterna
y para saciar su sed y su hambre

ahora esta encerrada en su castillo
purgando su pena y su condena
no lograra ser joven por siempre
pero si la vida eterna

Bathory vivira en nuestros recuerdos
vivira como una leyenda
vivira por siempre y para siempre
la sadica condeza sangrienta

13 jul 2008

"El gato negro"

(...) No obstante, no tengo la seguridad de que mi alma exista

como de que la perversidad es uno de los impulsos primitivos del corazón humano,

un impulso de las indivisibles facultades primarias o sentimientos, que guían el

carácter del hombre. ¿Quién no se ha visto, cientos de veces, cometiendo una

acción vil o estúpida sólo porque sabe que no debería hacerlo? ¿No tenemos una

inclinación permanente, contradictoria con nuestro juicio, a violar la ley, por

el solo hecho de entenderla como tal?(...)

7 jul 2008

Gimme danger, little stranger


Gimme danger, little stranger
And I'll feel you bleed
Gimme danger, little stranger
And I'll heal your disease
There's nothing in my dreams
Just some ugly memories
Kiss me like the ocean breeze
Now if you will be my lover
I will shiver and sing
But if you can't be my master
I will do anything
There's nothing left alive
but a pair of dark glassy eyes
Raise my fears one more time
Come on little danger, die a little stranger
Swear you're gonna feel my hands
Right on little stranger, try a little danger
Swear you're gonna feel my hands
Swear you're gonna feel my hands
Swear you're gonna feel my hands
Can you feel it



Me gusta el peligro de los forasteros... Siempre prefiero un extraño a un viejo conocido.

22 jun 2008

Nocturna


No hay día en que me verás bajo la luz del sol transitar las calles de la ciudad. De día duermo. Para mí la vida se vive de noche. Cuando las criaturas de la oscuridad salen a jugar, yo les hago compañía. Es cuando más viva me siento. Y tú ya eres de los míos, por lo que tendrás que acostumbrarte a ser un preso más de la amable noche que te cubre.

Perdida en el espiral del tiempo


¿Hace cuánto que no escribo acá? Sepan disculpar mi ausencia larga y descuidada. Agradezco todos y cada uno de sus comentarios.

He vuelto y ha sido para quedarme.

11 may 2008

Esta noche no es como todas



Tú lo sabes. Puedes presentirlo.

Puedes sentirlo en el frío del viento que roza, en la oscuridad que acecha y en los sonidos que no se alcanzan a oír.

Sabes que esta es la noche desde la cual ya no serás el mismo.

10 may 2008

¿Algún día seré tuya?

Gothic Myspace Layouts, Gothic Pictures


Me atrae la idea del matrimonio, pero no la convencional.

No soy partidaria de la monogamia, ni planeo nunca tener hijos, ni convertirme en ama de casa.

Pero sí quiero ser tuya, y que todo lo tuyo sea mío.

3 may 2008

La sangre


El poder de la sangre. La sangre, desde siempre, ha sido y es centro de nuestras vida. Ella es base de todas las religiones, desde las mas ancestrales, donde el corazon del difunto es cocinado y consumido por su ser mas amado, hasta el cristianismo, donde sangre y caliz, vino y sangre se transfiguran y ofrecen vida eterna, de ahi nuestra eterna fascinacion por los vampiros..

28 abr 2008

Tú lo eres todo

Elizabeth Bathory nació en 1560 en el seno de una riquísima familia húngara y pertenecía a la más rancia aristocracia, siendo su propio tío rey de Polonia, pero también tenía en sus raíces a familiares esotéricos. Uno de sus tios adoraba a Satán y algunos de sus otros familiares usaban la magia negra o la alquimia. Elizabeth se inició desde su infancia de mano de su nodriza en estas artes ocultas de la brujería y creció con una especial atracción hacia la sangre.

A los 11 años se prometió al conde Ferenz Nadasby y a los 15 años se casó con él. El conde era un guerrero al que se conocía como El Héroe Negro. Juntos se marcharon a vivir al castillo familiar de los Nadasby, el Castillo Csejthe, situado en la cima de una colina por los Cárpatos. Cuando el conde se tuvo que marchar a luchar, Elizabeth se quedó sola y harta de este aislamiento y el aburrimiento se hizo amante de un tipo que por su raro aspecto llamaban "el vampiro". Cuando su marido volvió ella dejó al amante para mantener otro tipo de relaciones, esta vez lésbicas con dos de sus doncellas. De nuevo el marido se marchaba a la lucha y ella, aburrida, se interesó más intensamente en el esoterismo. A partir de ese instante comenzó a rodearse de gente dedicada a la brujería, alquimistas y hechiceros, y viendo pasar el tiempo comienza su mayor preocupación en la vida: la de envejecer.

Asustada por este irremediable hecho, Elizabeth pidió consejo a su nodriza quien le "informó" de que para conseguir ser siempre joven necesitaba hacer un sacrificio humano, el de su doncella, y bañarse en la sangre de su víctima para conseguir la belleza eterna.

Cuentan también que fue su propio marido quien le inició en el "arte" de la tortura, un medio para conseguir la disciplina del servicio, de modo que cuando ella comenzó a hacerse con el gobierno del castillo lo puso a prueba introduciendo agujas bajo las uñas de las doncellas.

Elizabeth fue madre de cuatro hijos y durante el tiempo en que se ocupó de ellos no hizo nada. Su marido murió, y fue entonces cuando Elizabeth se cobró su primera víctima, una joven sirvienta que le peinaba en aquel momento. La joven dio un tirón a su pelo y Elizabeth la abofeteó con tal ímpetu que la hizo sangrar. Su mano quedó manchada y Elizabeth, en su imaginación, creyó ver que el trozo de piel manchado de sangre rejuvenecía y tenía mejor aspecto que el resto de su cuerpo. Aprovechando su enfado y el irremediable deseo de llevar a cabo su plan Elizabeth ordenó que cortasen la venas de la joven sirvienta y llenaran la bañera con su sangre.

Con este primer asesinato surgió su obsesión y terminó por viajar por los Cárpatos en su carruaje buscando niñas de la que se pudiera servir. Iba acompañada de sus doncellas, encontraban a la víctima perfecta, le prometía trabajo y la pobre joven terminaba secuestrada en el castillo tras ser azotada o drogada. En los sótanos del castillo las encadenaba y las acuchillaba para sacarles la sangre. De este desangramiento se ocupaban su sirviente, el verdugo, o la propia Elizabeth.

Cuando la víctima en cuestión parecía sana la mantenía con vida en el sótano durante años para convertirlas en fuente contínua de sangre que beber.

Absolutamente "pirada" (no hay mejor palabra para describirla). Tras bañarse en la sangre ordenaba a sus sirvientas que le lamiesen la piel. Si las chicas no hacían ascos las recompensaba, pero si mostraban cualquier mueca de repugnancia, las torturaba hasta matarlas.

Los cuerpos de las víctimas comenzaron a enterrarse cerca del castillo y los restos de las chicas, los huesos, los aprovechaban los hechiceros para sus rituales. Cuando se hartaron de hacer excavaciones terminaron por tirar los cuerpos al campo esperando que las alimañas comieran la carne.

Pronto los habitantes del pueblo se percataron de que las jovencitas que iban a trabajar al castillo desaparecían y no volvía a vérselas. Cuando los campesinos veían el carruaje de la condesa ya sabían que Elizabeth buscaba una nueva sirvienta que... desaparecería como todas las demás. Tras once años viendo desaparecer jóvenes y escuchando profundos gritos que venían del castillo, los campesinos comenzaron a investigar por su cuenta y se encontraron con varios cuerpos sin vida de algunas de esas chicas en las inmediaciones del castillo. Los pueblerinos comenzaron a decir que el castillo estaba maldito y en él habitaban vampiros. Llegaron con sus sospechas hasta el mismo soberano, pero Mathias II no les hizo caso hasta 1610 en que envió una tropa de soldados bajo las órdenes del propio primo de Elizabeth, Gyorgy Thruso.

Los soldados encontraron en el suelo del salón una joven muy pálida que se estaba desangrando. Tenía el aspecto de haber sido torturada a palos y quemaduras. Sus investigaciones llegaron a descubrir cincuenta cadáveres sepultados en las inmediaciones del castillo.

En el sótano encontraron muchas víctimas aún con vida, terriblemente torturadas y con suficientes cortes como para atestiguar que habían servido de fuente de bebida para la condesa Báthory. Vieron que en el sótano había un artefacto de hierro (jaula) con forma humana que en su interior estaba lleno de pinchos. Ahí metían a las chicas cuyos pinchos atravesaban sus cuerpos, alzaban la plataforma y la condesa se ponía debajo para ducharse con la sangre de las mujeres.

Habían construido en el castillo un sistema de canalización para que la sangre de otras de sus víctimas viajaran por los conductos hasta llenar la bañera de Elizabeth (Erzsébeth) Bathory.

Liberaron a las víctimas y siguieron sus pesquisas por las habitaciones, encontrando en una de ellas a la condesa con algunos hechiceros dedicándose a un nuevo ritual.

Detuvieron a Elizabeth y sus brujos, y a la condesa se le condenó por sus diez años de masacres sin necesidad de buscar más pruebas de las encontradas. Era suficiente. Según la condesa, con ayuda de sus secuaces, asesinaron a casi 650 niñas. Su meta, la de conseguir la sangre que necesitaba para conservar su belleza y juventud.

La condena entre Elizabeth y sus secuaces tuvo sus diferencias. A sus compinches se les decapitó o se les quemó en la hoguera, pero Elizabeth era noble y amiga personal del rey húngaro, por lo que fue condenada con severidad a una muerte lenta. Ojo por ojo. Fue emparedada en su propia habitación dejándole una ranura por donde le pasaban los desperdicios de la comida y algo de agua.

Cuatro años más tarde falleció sin haber pronunciado durante ese tiempo de prisión una sola palabra. Un día decidió no comer más, y a los 54 años falleció de inanición en 1614.

Elizabeth o Erszebet Báthory era lesbiana, le excitaba la sangre y las orgías con mujeres, y creía firmemente que sus sacrificos le proporcionaban la juventud eterna.

27 abr 2008

¿Quién soy?

Si llegaste hasta mi blog es por algo.

Si además decidiste leerme por primera vez, es porque te llamé la atención.

Si decides seguir pasando por aquí, entonces quizás lleguemos a ser muy cercanos.

Sé que no me conoces. Sé que no quisieras conocerme, pues me temerías.

La gente suele temerme. La gente suele temer lo desconocido.


Sin embargo, el destino te cruzó conmigo.


No temas, aún no te he encontrado.


El día en que logre hacerlo no sólo seré tu peor pesadilla, sino la última.

Y preferirás que esté de tu lado.