22 nov 2008

Vínculos simbióticos


Cuando un miembro de la pareja obstaculiza la autonomía del otro, aislándose ambos del mundo exterior y volviéndose ermitaños, antisociables y desconfiados, seguramente estamos ante una simbiosis. Esta se define como una relación en la que ambos integrantes se nutren recíprocamente pero ellos saben que si la simbiosis se destruye, deberán separarse y crecer, tomando conciencia del paso del tiempo. Por eso hablamos de un vínculo enfermante y empobrecedor. Toda tercera persona que, por alguna razón, atraiga la atención de uno de los miembros de esta pareja, es considerada enemiga. Ellos parecen ignorar que se beneficiarían con una ruptura.

Sin embargo, existe otro vínculo simbiótico que es normal: el constituido por la pareja madre - bebé. La fusión, en este caso, es no sólo transitoria sino, además, imprescindible, ya que el niño la necesita para crecer. Para la madre es fundamental ser necesitada. La relación simbiótica patológica, en cambio, está integrada por dos personalidades infantiles, dependientes e inseguras de sí, que aunque creen apoyarse mutuamente, ignoran cuánto se limitan y enferman. Se trata de un vínculo en el que hay simetría, en tanto sus participantes ocupan lugares parecidos. Cada uno ejerce hacia el otro un poder similar, se pertenecen mutuamente, y ambos intercambian, aunque con pobreza, afectos entre sí. Muchas parejas que alguna vez tuvieran una relación amorosa y sexual con modalidad simbiótica, cuando el deseo se extingue y no se animan a separarse, eternizan el vínculo prolongando esa fusión.

Los integrantes de los vínculos simbiótico y vampirizante sostienen la creencia de que es posible evitar el paso del tiempo. A pesar de este rasgo compartido, hay algunas diferencias. El vampiro quiere detener el tiempo porque, como ya hemos visto, no tolera envejecer y morir. La persona vampirizada, así como los integrantes de la relación simbiótica, necesitan eterno amparo e incesante protección, a la manera de un niño con su madre. La víctima del vampiro cree que éste es ese objeto amparador y cada uno de los integrantes de la pareja simbiótica busca el amparo y la protección en el otro. Como no saben cuidarse a sí mismos, no toleran la soledad. Se engañan en una soledad de dos.

Tanto en el vínculo simbiótico como en las relaciones pasionales y vampirizantes, sus integrantes se enferman, porque en ninguno de los tres casos es posible crecer. Quien padece la pasión, la víctima del vampiro y los integrantes del vínculo simbiótico tienen otro rasgo común, son personas generalmente depresivas. La depresión es, así, no sólo el campo propicio para que aterrice el vampiro sino también para que se perpetúe la simbiosis y se sufra de pasión

Fuente de éstas últimas entradas: http://www.isabelmonzon.com.ar/

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